TEXTO DE LA RENUNCIA DEL PRESIDENTE JACOB ARBENZ GUZMAN
27 de junio de 1954
TRABAJADORES,
CAMPESINOS, PATRIOTAS, AMIGOS MÍOS; PUEBLO DE GUATEMALA:
Guatemala está pasando por una prueba muy
dura.
Desde hace quince días se ha desatado una
guerra cruel contra Guatemala, de la cual aparentemente no hay ningún gobierno
responsable. Esto no quiere decir que no sepamos quién ha desatado la agresión
contra nuestra querida patria.
La United Fruit Company, los monopolios
norteamericanos, en connivencia con los círculos gobernantes de Norteamérica,
son los responsables de 10 que nos está ocurriendo.
Aviadores norteamericanos y mercenarios
de distintas nacionalidades, reclutados por exiliados guatemaltecos en el
extranjero, han desencadenado el fuego y la muerte, sin respetar nada, ni vidas
inocentes, ni bienes de otros países.
Todos sabemos cómo han bombardeado y
ametrallado ciudades, inmolado mujeres, niños, ancianos y elementos civiles indefensos.
Todos conocemos la saña con que han asesinado a los representantes de los
trabajadores y de los campesinos en las poblaciones que han ocupado,
especialmente en Bananera, donde hicieron una expedición punitiva contra los
representantes de los trabajadores. Lo de Bananera fue un acto de venganza de
la Frutera.
Nos hemos indignado ante los ataques
cobardes de los aviadores mercenarios norteamericanos que sabiendo que
Guatemala no cuenta con una fuerza aérea adecuada para rechazarlos, han tratado
de sembrar el pánico en todo el país, han ametrallado y bombardeado a las
fuerzas armadas que combaten en el oriente de la República, impidiendo sus
operaciones, y hoy mismo han bombardeado y hundido un barco mercante inglés que
cargaba algodón en el Puerto de San José.
¿En nombre de qué hacen estas
barbaridades? ¿Cuál es su bandera? Todos la conocemos tan bien. Han tomado de
pretexto al comunismo. La verdad es muy otra. La verdad hay que buscarla en los
intereses financieros de la Compañía Frutera y en los de los otros monopolios
norteamericanos que han invertido grandes capitales en América Latina temiendo
que el ejemplo de Guatemala se propague a los hermanos países latinoamericanos.
El tiempo se encargará de demostrar que lo
que ahora digo es verdad. Sin embargo, ellos se aferran a sostener que el
comunismo internacional es el causante de lo que ocurre en Guatemala, y en nombre
de ello es que tratan de ensangrentar aún más al país y de destruir nuestra
economía.
Como mi Gobierno ha sido acusado de ser
de naturaleza comunista, sin que hayamos podido desvanecer que no lo es, aun cuando
hemos empleado todos los medios para convencer a los elementos reaccionarios
del mundo de que lo sostenido por los círculos gobernantes norteamericanos es
una patraña, y como esos círculos harán más despiadada la agresión contra
Guatemala, he tomado una dolorosa y cruel determinación: después de meditarlo con
una clara conciencia revolucionaria, he tomado una decisión de gran
trascendencia para nuestra patria, en la esperanza de detener la agresión y
devolverle la paz a Guatemala. He determinado abandonar el poder y poner el
mando del Ejecutivo de la nación en manos de mi amigo el coronel Carlos Enrique
Díaz, Jefe de las Fuerzas Armadas de la República.
Yo he depositado mi confianza en el
coronel Díaz, porque estoy seguro que él sabrá garantizar la democracia en
Guatemala y de que todas las conquistas sociales de nuestro pueblo serán mantenidas.
Es por ello que creo que las organizaciones políticas democráticas y todas las
organizaciones populares deben prestarle su respaldo y apoyo. Así os lo pido en
mi último acto como gobernante de Guatemala.
Yo fui electo popular y mayoritariamente
por el pueblo de Guatemala, pero he tenido que luchar en condiciones difíciles.
La verdad es que la soberanía de un pueblo no se mantiene si no tiene los
elementos materiales para defenderla.
Luchamos hasta donde las condiciones lo
permitieron, hasta un punto en que ir más allá se perdería todo lo que hemos
ganado desde 1944.
Al tomar esta actitud no pienso más que
en el pueblo, y por ello he creído de mi deber contribuir hasta el último
instante a salvar mucho de lo que conquistamos en los pasados años
revolucionarios.
La situación militar del país no es
difícil ni mucho menos. El enemigo que comanda las bandas mercenarias
extranjeras reclutadas por Castillo Armas, no sólo es débil sino que es incapaz
y cobarde. Lo hemos comprobado en los pocos combates que libramos. El enemigo
logró avanzar y tomar el departamento de Chiquimula exclusivamente por los
ataques de la aviación mercenaria. Estimo que nuestras fuerzas armadas no
encontrarán mayor dificultad en derrotarlo y arrojarlo del país.
Me hice cargo de la presidencia de la
República con gran fe en el régimen democrático, en la libertad y en que es
posible conquistar la independencia económica de Guatemala. Mi programa se limitaba
a obtener esos objetivos. Sigo creyendo que ese programa es justo. No se ha
quebrantado mi fe en las libertades democráticas, en la independencia de Guatemala,
y en todo lo bueno que impulsa a la humanidad hacia el futuro.
Algún día serán vencidas las fuerzas
oscurantistas que hoy oprimen al mundo atrasado y colonial. Seguiré siendo, a
pesar de todo, un combatiente de la libertad y el progreso de mi patria.
Os digo adiós, amigos míos, con amargo
dolor, pero manteniendo firmes mis convicciones. Guardad lo que tanto ha
costado. Diez años de lucha, de lágrimas, de sacrificios y de conquistas democráticas
son muchos años como para contradecir a la historia.
No me han acorralado los argumentos del
enemigo, sino los medios materiales con que cuenta para la destrucción de
Guatemala.
Yo
os hablé siempre de que lucharíamos costase lo que costase, pero ese costo
desde luego no incluye la destrucción de nuestro país y la entrega de nuestras
riquezas al extranjero. Y eso podría ocurrir si no eliminamos el pretexto que
ha enarbolado nuestro poderoso enemigo.
Un gobierno distinto al mío, pero
inspirado siempre en la Revolución de Octubre, es preferible a veinte años de
tiranía fascista sangrienta bajo el poder de las bandas que ha traído Castillo Armas
al país.
No me resta sino agradecer profundamente
la colaboración que me han prestado tantos buenos servidores de la nación. Los ministros
de estado y los funcionarios y empleados públicos, en particular los servicios
de la Guardia Civil y del Ejército.
Desde el fondo de mi corazón agradezco el
respaldo y el apoyo del Partido Acción Revolucionaria, del Partido de la
Revolución Guatemalteca, del Partido Renovación Nacional, del Partido Guatemalteco
del Trabajo, y de las organizaciones populares que, como la Confederación General
de Trabajadores y la Confederación Nacional Campesina, han defendido con tanta
decisión los anhelos del pueblo de Guatemala.
Quizá piensen muchos que estoy cometiendo
un error. En lo profundo de mi conciencia no lo creo así. Solamente un juicio histórico
posterior sabrá determinarlo.
Deseo que se mantengan las conquistas
populares de octubre, que se restablezca la paz una vez hayan sido expulsados
del país los invasores y que tenga éxito la gestión del gobierno que organiza
el coronel Carlos Enrique Díaz.
Con la satisfacción de quien cree que ha
cumplido con su deber, con fe en el porvenir, yo digo: ¡Viva la Revolución de Octubre! ¡Viva Guatemala!
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